Sentido común. Parece obvio, pero no siempre el sentido común es tan común en nosotros. No aceptes archivos de extraños, y desconfía de los ficheros recibidos de fuentes conocidas sin haberlos solicitado.
Usa las fuentes oficiales. Google Play, Amazon Store... Procura descargar aplicaciones a través de las tiendas oficiales. Evita, sobre todo, páginas de dudosa procedencia o con tintes underground. Mención aparte merecen las páginas que ofrecen versiones completas de aplicaciones y juegos de forma gratuita. Muchos de esos instaladores traen un regalito: malware.
Incluso con las fuentes oficiales, precaución. Aunque te descargues una app de Google Play, puede que no sea del todo segura. Echa un vistazo a los comentarios de otros usuarios para asegurarte de que está limpia.
Todo actualizado. No menciono esto en primer lugar, porque no siempre tu teléfono puede actualizar Android a su última versión. Sin embargo, siempre que puedas, mantén tu Android al día, ya que las versiones más recientes son más seguras. Lo mismo ocurre con las aplicaciones más propensas a introducir virus, como clientes de correo, programas de mensajería o navegadores web.
Controla el consumo de datos. Es lógico que con un teléfono Android repleto de aplicaciones consumas muchos datos en tu tarifa de móvil, pero en ocasiones un excesivo consumo puede ser consecuencia de aplicaciones no deseadas que envían tus datos personales sin permiso.
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